Bartolommeo Ammannati

Neptuno, Piazza della Signoria - por Bartolommeo Ammannati

Ammannati es uno de los grandes del mármol y no menos talentoso como arquitecto, uno de sus trabajos como diseñador se ve en la fachada del Colegio Romano.
Su habilidad como escultor tiene gran sentido y virtud en la proporción, anatomía, movimiento, ritmo, sobriedad, y en sus desnudos: "sensualidad". Es por esta última virtud que en su vejez tuvo un profundo arrepentimiento, llego incluso a pedir el Duque de Toscana un auxilio de los más gracioso, pero, es de seguro que nació de su creencia en el castigo del fuego eterno.
Lean pues esta carta de un notable artista temeroso del Diablo, bestia atenta a los "malos pensamientos":

Al Gran Duque Fernando de Toscana
[hacia 1590]

Desde mi juventud he consagrado mis años y mi actividad al servicio de la Serenísima Casa de Vuestra Alteza. Siendo ahora casi octogenario y no estando muy lejos de oír la voz con que Dios llama a todos hacia si, siéntome en conciencia obligado a solicitar de Vuestra Alteza algo que espero obtener sin dificultad...
Recientemente Vuestra Alteza ordenó que las estatuas que hice treinta años atrás por encargo del Serenísimo Gran Duque padre vuestro, en Pratolino, fueran trasladadas al Jardín Pitti, como así se hizo. Me llena de remordimiento el hecho de que el trabajo de mis manos quede allí como un incentivo para muchos malos pensamientos de todos los que lo contemplen.
Por tanto, os suplico con toda reverencia - como el mayor don y recompensa que pueda recibir por mis servicios - que me hagáis la gracia, primero, de no acudir a la intervención de ningún otro artista para alterar las estatuas, y, segundo, permitirme que las vista artística y decentemente, y las rotule con nombres de virtudes, a fin de que jamás sean a nadie ocasión de culpables pensamientos. Y estas modificaciones serán tanto tanto más provechosas, por cuanto darán a la Serenísima Gran Duquesa, a las damas de su séquito y a las demás señoras que vayan a visitarla, oportunidad de ver en todas las partes y rincones de la residencia de Vuestra Alteza solo cosas que edifiquen cristianamente a una cristiana princesa como es ella. Y yo quedaré eternamente obligado a Vuestra Alteza.
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Es dado por obvio que no le hicieron caso:

Leda y el Cisne -por Bartolommeo Ammannati