Pintura al óleo

El bufón (cerámica) -por Salvador Núñez

Pensar en que lo que habita dentro de nosotros es tan real como el mundo fí­sico, es jugar a volver a ser niño, divertirse con el hecho de que la vida solo cobra sentido por lo que nosotros creemos que es.

No tiene razón de ser el pensar que los sueños son una mera consecuencia de un estado de locura. Imagina un caballo de hielo con un jinete de madera en la búsqueda de un barco en el deciento que está hecho completamente de chocolate y custodiado por una niña vestida de flor.

Ahora piensa en una anciana bordando su propia historia con su larga cabellera blanca, una cabellera de 15 metros tan blanca como la nieve. Su historia se reduce a un vestido para su nieta que espera levitando dentro de una burbuja de jabón Afuera de la habitación de la abuela el sueño de un bufón con absurdo esfuerzo trata de hacer avanzar una mesa patas largas en la que esta montado como si fuera esta un caballo. El molinete de papel, que recibe su soplido, se mueve, pero el banco no avanza ni un centí­metro, sin embargo, para el iluso bufón este raro vehí­culo avanza.

En la montaña del pueblo, muy por encima del bufón y de la abuela una bella hada acompañada de un unicornio va a la visita de su esposo que es un mago. Este se ha encerrado en un cuarto sin paredes, pero al que es imposible acceder, porque hay una puerta custodiada por un caracol y un anciano. En ese espacio el mago conversa con su madre. Esa madre como árbol seco que en su interior guarda una noche contenida.

El unicornio

La idea nacida del sueño Para mí el sueño es revelador, es la forma de llegar al tope de tu propia capacidad para entender las cosas. Por medio de esta muerte temporal se revelan tus deseos, temores, los olvidos forzados por el peso de tu conciencia, el quiebre del espacio tiempo en busca de una unidad psí­quica.

En este caso lo que hice fue narrar un drama personal que se me manifiesta en un sueño. Era la muerte de mi familia, la ida de mi padre Teodoro fue un duro golpe para todos, pero lo mas doloroso fue lo que sucedía después, cada quien emprendía su propio destino.

Era como que el viejo árbol de la montaña ya no podí­a mantener sus hojas marchitas y sus semillas maduras. Todo fue llevado por el viento, las palabras, el compartir en la mesa, el reí­r de las mismas cosas, el cantar de las fiestas y el cantar de navidad, el año nuevo era amargo como la madera de un barco viejo. No era consciente de ello, porque me auto engañaba, gracias al sueño que tuve pude llorar toda mi amargura.

Mi madre en esas circunstancias era como un árbol seco, un candado en su corazón defendí­a su ser para evitar que le hagan mas daño. En su vientre la noche habitaba serena protegida por un monje ermitaño. Yo era un mago que me iba a esa montaña donde por mas que se gritara los diálogos de los vientos con las ramas, abajo no llegaba nada, un dragón devoraba a los aventureros que intentaban trepaban la inmensa soledad (quise probar con un cóndor y no funcionó, un cóndor es guardián de muertos). El candado de caracol mudaba las claves al sentir el leve balbuceo. Mi esposa me aguardaba respetuosamente con sus alas plegadas y con mi unicornio cabizbajo. La puerta de mis dudas atesoraba mi propio invierno.

La técnica:

El trabajo es al óleo y por veladuras, esta técnica permite obtener valoraciones por transparencia. Primero he realizado un dibujo a lápiz muy detallado en conceptos lúdicos, el dibujo en un comienzo satisfizo mi deseo estético, pero el drama del color me invitaba a explorar un poco más. Cuando veas la evolución del trabajo verás como cambian los detalles, pero he tenido el cuidado de evitar salir del impulso inicial, eso genera divagaciones en lo que inicialmente te dio la idea de vida fantástica. En el momento del dibujo también se puede definir el equilibrio de volúmenes y el trabajo de atmósfera de los elementos.


Es bueno cerrar los ojos e imaginar el cuadro acabado, también se pueden hacer pequeños abstractos cromáticos. Eso es muy importante porque pueden dar ideas sutiles o de contrapunto.
Es bueno no ser tan evidente para que el espectador sea un actor más del cuadro. Así­ que me dispuse trabajar en color, en tonos azules acordes mi estado de ánimo, pero traté de crear tonos intensos de contrapunto como el magenta, el púrpura y el amarillo, esto es lógico y acorde a lo que sentí­a porque en ese entonces mi esposa acababa de dar a luz a Rafael, mi primer hijo
Aquí­ puedes ver el trabajo de encajado de volúmenes con tonos terrosos, esta etapa a sido de colores pastosos y de poco aceite. Un truco para esta etapa es no respetar los contornos, siempre es bueno excederse un poco del canto para ligar con los empastes vecinos en las posteriores sesiones. Otra cosa que hay que considerar es evitar faltar en el dibujo, porque esas fallas suelen salir con los años. El secado del óleo es lento, este gradualmente va reaccionando al oxigeno del medio ambiente.


En esta vista global puedes ver que desde un comienzo he meditado en los colores finales. Una cosa son las transparencias y otra es la inseguridad y la tortura de las capas. Pero cabe decir que el proceso constructivo en otras formas de evolución, como en el caso del arte expresionista, esos procesos y cambios bruscos de rumbo le dan carácter a la obra, los empastes sucesivos producen vibraciones ópticas.
Como paso siguiente se pueden llenar los espacios amplios para darle un sentido melódico frí­o o menor.
Los colores como el amarillo y el magenta resaltarán del aspecto global. El amarillo insinuará los violetas y los conos magentas y rojizos a los verdes que vendrán en otra etapa. También es conveniente pintar el cielo por encima de las ramas del árbol. De nada sirve el detalle de las ramas en esta etapa. Cuando se fuerza uno en conservar los cantos del dibujo el resultado es duro en los cantos.
En esta etapa se procede a la segunda veladura, es como si se pintara el cuadro de nuevo, pero sobre una base constituida de claro oscuro cromático y frío. Esto se puede comparar como el hecho de afinar un instrumento musical a cuerdas. No basta con aproximarse a la nota, se tiene que afinar en relación al conjunto. Otro valioso principio técnico para este tipo de trabajo, es evitar relamer el cuadro, el trazo debe ser seguro, el exceso de repaso puede quitarle verdad al color.

Aquí­ intensifico al propósito los colores, esto es para crear circunstancias apropiadas para las veladuras que me llevarán al tema principal del color. También dialogo con los verdes del primer plano, es hora de crear y recrear los matices menores, solo así­ se hará un contrapunto brillante y delicado.


El dibujo de los detalles marcaran los ritmos con más sentido, el paralelo de las negras son las lí­neas generales y los trazos pequeños y repetitivos son los trinos y apoyaturas. En este caso los acordes son verticales.



Esta etapa es de transición y dio el paso para el estado final. Pero me he dado cuenta que es necesario darle al árbol un aspecto más integrado con el fondo, es decir, con la gama de azules, esto antes de pintar la noche en su interior. También procedo a crear tonos cálidos en las nubes superiores para crear un tema común con el amarillo de la mesa y los tonos siena del caballo y el suelo del dormitorio del árbol.
Unicornio que le das sentido a mi vida, ideal que derrumba mi pesimismo con su cuerno de añil. Quisiera ponerte en ese cuerno la bandera de todo lo esperado, un canto al niño que se resiste a morir.

El unicornio -por Salvador Alonso Núñez Ureta y Medina


Otra clase de óleo: Cristo y Don Quijote