Dibujando del natural

Estudio de mujer sentada — por Salvador Núñez

Cuando dibujes del natural no trates de ver la imagen plana en el papel, imagina que esa imagen esta viva en el papel, y que está atrapada detrás de un vidrio. Tu lápiz debe ser como una cuchilla que intenta cortar ese vidrio. Cuando el dibujo esté realizado coloca las sombras como para evitar que ese ser imaginario atrapado en el papel intente escapar.

Trata de no borrar, de ser lo más exacto posible desde el comienzo, para eso debes retener la imagen en tu cerebro, recrearla una y otra vez con el auxilio de la memoria y la imaginación. También ayuda el hecho de comparar las distancias de manera instintiva, analizando parte por parte, disfrutando todo aquello que te pueda permitir recordar al ser vivo que está en tu delante: su tono de voz, su sonrisa y conversación... he ahí la ventaja de dibujar del natural. El aprendizaje será más intenso y humano.

Otra ventaja de dibujar del natural es que nacerá tu forma propia de ver las cosas, no será un eco de fotografía, será un dialogo de tu alma con el modelo, y lo mismo que digo para el desnudo puede ser aplicado para el paisaje y el bodegón. No es lo mismo mirar una manzana en una fotografía que compartirla después de dibujarla con los seres que amas, sentir su aroma, su dulzura y lisura que se delata al tacto de tus manos.

Cuando hayas terminado tu trabajo y la noche te invite a dormir, recuerda lo vivido y aprendido, imagina que estás ante tu modelo, conversando con ella, mirando dentro de su alma como cuando la dibujabas. El recordar lo aprendido es la única manera de almacenar la forma en el alma, para eso es necesario sentir y amar la vida, celebrar el "milagro" de la conciencia que se revela en el talento de tus manos.

El artista, por amor propio, no debe trabajar

¿Qué es el trabajo? Dedicarse a una actividad que genere una fuente de ingreso, bien puede ser en beneficio personal, o bien para el beneficio de un patrón,  o las dos cosas al mismo tiempo.
El artista no trabaja en realidad, la verdad que es una suerte de ocio, un pasatiempo que se encarga de mostrar lo sublime y lo miserable en el ser humano. Un artista es un ilusionista, un creador de espejismo que por más que sean pisoteados al final determinan parte de la autoestima, o vergüenza, de los pueblos que los vieron crecer, sufrir y morir en vano.

El artista no es un maestro, solo es el Diógenes que con su lámpara alumbra lo oculto a los ojos casi ciegos de su época, por eso es común que los cataloguen de locos. ¿Quien perdería todo el día en mirar la vida para sentirla dos veces? Es como escribir con la fuerza de un enfermo mental que quiere dejar sus palabras con relieve hasta que se parta el lápiz sobre el indiferente papel que lo soporta todo, hasta los malos poemas y máximas que estúpidamente anhelan marcar la pauta de una "nueva verdad."

Yo no trabajo, soy artista, y no se porque pagan bien mi trabajo, me parece absurdo: ¿Usted le pagaría a un niño por jugar? Creo que el oficio que practico me acerca al estado más grandioso que podría esperar mi alma, en ese estado cinco horas son iguales a un minuto, un día una hora, y mil intentos un solo esfuerzo. Entonces, ¿el arte es un trabajo? no lo creo, y el que dijera que si es un trabajo es que en realidad no disfruta de su oficio creador.

Hasta hace poco estaba trabajando en un mural escultórico, en un encargo soberbio y digno como para dedicarle medio año de mi vida, pero de pronto el "patrón" se le ocurrió darme otro oficio, el de juguetero y artesano. No me quejo del encargo, pero esa tarea (trabajo) esta lejos de mi soberbia y vanidad infantil. ¡Yo soy artista! Así que es muy probable que le devuelva su dinero adelantado y me dedique a crear algo digno de mi tiempo. Yo soy caballo, no un burro de carga, soy un galgo, no un conejo de presa, y eso me está llevando a tomar esa decisión drástica.

No creo que el Señor, que pretendió tener un trabajo mío, acepte dos rollos enormes de fibra de vidrio, polvo de mármol, y dos mil quinientos kilos de arcilla como devolución, así que le daré dinero en efectivo, para eso no demoraré ni tres días. Me da pena por la economía de mi hogar, pero primero está la dignidad y el buen gusto de amarse. La vida es solo una y yo no creo en Dios ni en la vida eterna. Solo busco la felicidad de manera ingeniosa en las artes y oficios, y en los juegos simples de mis hijos pequeños.