Sátira del suicidio romántico

Sátira del suicidio romántico - por Leonardo Alenza (1807-1845)

Acerca de otra crisis

Sátira del suicidio romántico - por Leonardo Alenza (1807-1845)

Visite este vínculo: Acerca de otra crisis policial no menos grave (por Aquiles Marin)

Y luego lea mi respuesta:

Mierda, que desagradable, estoy llorando, tu tienes la culpa Aquiles, pero no te has dado cuenta, te contaré para que me comprendas:

Eso del arma, la muerte y la injusticia me han traído recuerdos de mi inocencia, de esos 12 años cargados de fe y misticismo que en una noche se fueron para siempre, mi mejor amigo se pegó un tiro en la cabeza delante de mi hermano y de este agnóstico practicante, a la milésima del disparo parte de sus sesos fueron a dar a mi rostro, y fue tal la impresión recibida que por un mes perdí el habla, mi pobre padre que confundió el disparo con los cohetes de año nuevo no se despertó, tuve que ir a su cuarto y con un grito mudo para decirle que me ayudara, que mi amigo profesor se estaba muriendo, mi padre se levantó como pudo avanzando torpemente, al ver todo el piso lleno de sangre solo atino a arrodillarse para acoger en su regazo al cadaver, pronto el piyama de mi padre se puso tan rojo que ya no se distinguía quien era el herido, mi papá, que en paz descanse, media como un metro noventa y pesaba ciento veinte kilos, pero, en esa postura irremediable, por primera vez lo vi como a un niño, en ese mismo momento se fue para siempre mi inocencia.
Al día siguiente mi padre acabó en la comisaría, los policías le sacaron mucho dinero, mi madre mientras tanto trapeaba el piso de sangre coagulada, porque para la desgracia nuestra, ese suicidio lo cometió en el dormitorio donde los juguetes y trompos de manera bizarra perdieron todo significado, al menos para mi. -¿Así es este mundo de mierda? -Me decía para mis adentros.
Mi padre por culpa de esa tragedia se alcoholizó, tomaba todas las tardes y para ocultar sus penas cantaba en "ruso inventado" esas canciones del ejercito rojo.
Como no podía hablar con mi padre y mucho menos con mi madre, me volví un ermitaño, una especia de autista que se deleitaba dibujando todos esos "pudo haber sido", y creo que gracias a eso, si es que quiero verle el lado positivo, me convirtió en un artista, en un hombre virtuoso, pero más acomplejado que el carajo, dos intentos de suicidio en mi haber, una vocación sacerdotal fracasada y la condena de llorar de vez en cuando al leer cosas del dolor ajeno, y esa es tu culpa involuntaria.
Te escribo esto para que veas que las desgracias son universales, del pobre, del rico, del artista, del profesor, del niño y de aquellos que prefirieron morir de un balazo o de un brinco antes que revelar sus tristezas internas.
Bueno, bueno, no es malo llorar de vez en cuando, no te preocupes, es mas, te lo agradezco, hoy día me madrugaré acabando mi escultura.

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Nota importante: El suicidio, que es una renuncia, es de cobardes, la excepción y sentido de renunciar a la propia existencia es solo si nuestra muerte es para salvar a otra vida, pero eso ya no es suicidio, eso es heroísmo.