ANNIBALE CARRACCI (siglo XVII) - Cartas a su primo Ludovico

En elogio de Correggio:

Parma, 18 de abril de 1580

Escribo la presente para saludaros y haceros saber que llegue a Parma ayer... No pude contenerme de ir a visitar en seguida la gran cúpula, que tantas veces me habéis encomiado. A pesar de ir prevenido, quedé atónito al contemplar una tan vasta y compleja construcción — tan admirablemente concebida en cada detalle y tan bién escorzada desde abajo, con tanto rigor y no obstante con tanto gusto, tanta gracia y un colorido que es carne real. ¡Gran Dios! Ni Tibaldi, ni Niccolino, ni, estaba por decir, Rafael mismo tienen nada en común con Correggio. No pretendo ser un gran perito, pero esta mañana fui  ver el retablo de San Jerónimo y Santa Catalina, y la Madonna huyendo a Egipto y, ¡por Dios!, que no tocaría ninguno de estos por la Santa Cecilia. ¿Quién puede describir la gracia de esta Santa Catalina, que tan graciosamente descansa su cabeza sobre el pie de este encantador niño Jesús?

          
Retablo de San Jerónimo y Santa Catalina - por Corregio (detalle)


¿No es más deliciosa que Santa María Magdalena? Y este gallardo anciano San Jerónimo ¿no tiene a la vez más grandeza y ternura — que es lo importante — que el San Pablo, que antes me parecía un milagro, pero que ahora me parece de leño, de duro y anguloso que es? No puede decirse todo, y sin embargo merece mucho más. Que tenga paciencia paciencia vuestro Parmigianino, pues observo que ha intentado imitar toda la gracia de este gran hombre, a pesar de lo cual se queda a gran distancia, pues los putti de Correggio respiran, viven y ríen con tanta gracia y verdad, que os obligan a reír y regocijaros con ellos.


Retablo de San Jerónimo y Santa Catalina - por Corregio