Albert Einstein dijo:
“Cuando una catástrofe real y final recaiga sobre nosotros en Palestina, el primer responsable de ella serán los británicos y el segundo responsable serán las organizaciones terroristas nacidas de nuestras propias filas. No estoy dispuesto a ver a nadie asociarse con esta gente criminal y descarriada”.
En una declaración sobre la conferencia del desarme de 1932, dijo explícitamente: “El Estado debe de ser nuestro servidor y no nosotros esclavos del Estado. Este principio es negado por el Estado cuando nos obliga a hacer el servicio militar o participar en una guerra, sobre todo considerando que con ello se pretende la destrucción de otros hombres...”
En 1951:“Toda la política exterior está dominada por un único punto de vista: ¿Cómo actuar para, en caso de guerra, vencer al enemigo? Estableciendo bases militares..., armando y apoyando...a los aliados potenciales. Y en el interior de los Estados Unidos, concentrando gran parte del poder financiero en manos de los militares, militarizando a la juventud, controlando la lealtad de los individuos y sobre todo de los funcionarios, intimidando a quienes piensan políticamente de otro modo, e influenciando en la mentalidad de la población por medio de la prensa, la radio y la escuela, así como poniendo en práctica una creciente censura de las comunicaciones bajo el pretexto del secreto militar”.
A Einstein nunca le convenció el liberalismo total del capitalismo: “Es posible conseguir en menos horas de trabajo la cuota de alimentos y de bienes que la gente necesita. En cambio, el problema de la distribución de esos bienes y del trabajo se ha vuelto más difícil. Todos sentimos que el libre juego de las fuerzas económicas, así como el desenfrenado afán de riqueza y poder por parte de los individuos, no ofrecen salidas al problema”.
Magnánimo señor de la ciencia, hacedor de las bases del nuevo concepto del espacio -tiempo, siempre con sencillez ante los profanos y ajenos a la física cuántica, que exploró y explicó los misterios de la gravedad y la expansión del universo, no huyo a su realidad, y dio un aporte para crear algún día el soñado gobierno mundial en el que la búsqueda sea la felicidad mas no el dinero y el egoísmo que inspira la guerra.
¿Se imaginan ustedes un mundo gobernado por sabios? ¿Un mundo donde la inteligencia sea el don supremo y no la prepotencia y la brutalidad?
No hay que perder la fe en un gobierno mundial, en el que las naciones formen una gran familia en la búsqueda de la superación del hombre y el amor entre todos los seres de la tierra.
Guardo la esperanza en que algún día el gobierno y el destino de la humanidad solo esté en las manos de los genios como Einstein, y lucho por ello mostrando mi admiración y respeto por al gente que nació con el don de la inteligencia suprema.
No es malo ser humilde ante aquellas personas que pueden ver más allá del simple momento y que escapan a las circunstancias en apariencia ineludibles y tiranas, y sueñan para crear un mundo más hermoso y justo.
Albert Einstein era judío, pero humanista, es por eso que no es tan amado como los otros líderes con cabeza en forma de escopeta.
“Cuando una catástrofe real y final recaiga sobre nosotros en Palestina, el primer responsable de ella serán los británicos y el segundo responsable serán las organizaciones terroristas nacidas de nuestras propias filas. No estoy dispuesto a ver a nadie asociarse con esta gente criminal y descarriada”.
En una declaración sobre la conferencia del desarme de 1932, dijo explícitamente: “El Estado debe de ser nuestro servidor y no nosotros esclavos del Estado. Este principio es negado por el Estado cuando nos obliga a hacer el servicio militar o participar en una guerra, sobre todo considerando que con ello se pretende la destrucción de otros hombres...”
En 1951:“Toda la política exterior está dominada por un único punto de vista: ¿Cómo actuar para, en caso de guerra, vencer al enemigo? Estableciendo bases militares..., armando y apoyando...a los aliados potenciales. Y en el interior de los Estados Unidos, concentrando gran parte del poder financiero en manos de los militares, militarizando a la juventud, controlando la lealtad de los individuos y sobre todo de los funcionarios, intimidando a quienes piensan políticamente de otro modo, e influenciando en la mentalidad de la población por medio de la prensa, la radio y la escuela, así como poniendo en práctica una creciente censura de las comunicaciones bajo el pretexto del secreto militar”.
A Einstein nunca le convenció el liberalismo total del capitalismo: “Es posible conseguir en menos horas de trabajo la cuota de alimentos y de bienes que la gente necesita. En cambio, el problema de la distribución de esos bienes y del trabajo se ha vuelto más difícil. Todos sentimos que el libre juego de las fuerzas económicas, así como el desenfrenado afán de riqueza y poder por parte de los individuos, no ofrecen salidas al problema”.
Magnánimo señor de la ciencia, hacedor de las bases del nuevo concepto del espacio -tiempo, siempre con sencillez ante los profanos y ajenos a la física cuántica, que exploró y explicó los misterios de la gravedad y la expansión del universo, no huyo a su realidad, y dio un aporte para crear algún día el soñado gobierno mundial en el que la búsqueda sea la felicidad mas no el dinero y el egoísmo que inspira la guerra.
¿Se imaginan ustedes un mundo gobernado por sabios? ¿Un mundo donde la inteligencia sea el don supremo y no la prepotencia y la brutalidad?
No hay que perder la fe en un gobierno mundial, en el que las naciones formen una gran familia en la búsqueda de la superación del hombre y el amor entre todos los seres de la tierra.
Guardo la esperanza en que algún día el gobierno y el destino de la humanidad solo esté en las manos de los genios como Einstein, y lucho por ello mostrando mi admiración y respeto por al gente que nació con el don de la inteligencia suprema.
No es malo ser humilde ante aquellas personas que pueden ver más allá del simple momento y que escapan a las circunstancias en apariencia ineludibles y tiranas, y sueñan para crear un mundo más hermoso y justo.
Albert Einstein era judío, pero humanista, es por eso que no es tan amado como los otros líderes con cabeza en forma de escopeta.