El descendimiento de la cruz, por Rembrandt Van Rijh
¿Y si todo esto fuera una mentira?
¿Si la vida es un juego de espejismos e intereses?
¿Si solo existe la materia y la energía, y el espíritu es solo un juego químico de ambas?
Estas cuestiones están contenidas en el hecho de "ser humano", por lo tanto las respuestas como las preguntas son ilimitadas e inciertas.
Voy a especular: Imaginen si de pronto alguien totalmente convencido y con pruebas les dice que Dios no existe, que la vida después de la muerte es tan solo un consuelo a lo efímero de la conciencia, que las religiones solo son formas primitivas de estado y que todas ellas basan sus dogmas en el sistema de crear temores y dependencias emocionales.
Anteayer le pregunté muchas cosas a Lucifer y me dio por única respuesta que ni siquiera él existía, que dejara de hablar con mi mundo interno, y lo hice, ¡oh maravilla!, me di cuenta que no existía y que mi creencia en "el ser del mal" era un virus generado por las leyendas, lecturas y temores que me inculqué desde niño, después hice lo mismo con Dios, y tristemente sucedió lo mismo: El padre eterno era un parte de mi mundo sensible, un ser creado para consolar mis tristezas y que le daba sentido a las bienaventuranzas con un premio fantasmagórico ante la horrenda espera.
No podía creerlo, así que ayune por un día y me dedique solo a pensar, deje de lado mi oficio de pintor y escultor, mis labores de esposo y padre, y la pase como zombie en un umbral de profundo dolor, aquel ser que me dio consuelo en los momentos más difíciles de mi vida era una invención de mi mente, todo el día trate de hablar con él, lo llame por todos sus nombres, desde los profanos hasta Jehová, y nada, le hable con fe, recordé la vida de su hijo en la Tierra, el amado Jesús, el deseado por todas las gentes, y nada, empecé a desesperar, llegada la noche no pude conciliar el sueño: ¿será que mi destino es morir alma y todo, como un ser viviente más dentro de la vasta creación?
Ese Dios que me dio un abrazo el día que murió mi padre, el día que me salpicaron los sesos de un amigo que se suicido en mi delante, el día que me di cuenta de la voraz libertad de hombre, pronto dejo de tener sentido, a las tres de la mañana llore en silencio por todo lo que había muerto en mi, pero, llegada la mañana, dejé de invocarlo y solo le pedí al universo que me diera fuerzas para empezar el día y me di cuenta que estaba vivo, pero no como otras veces, eso de volver a nacer es bastante ajeno a lo que sentía: Aceptaba el hecho de que iba a morir, de que mi alma no existía como algo indestructible para el cielo o para el infierno, pero, mi ser tenía un sentido, y eso era el simple hecho de "ser" y no simplemente "estar", como una piedra, en ese momento encontré el milagro que estaba esperando para volver a creer, pero con más humildad, entonces le dije a mi conciencia:
"Yo no soy como Dios, no fui hecho a su imagen y semejanza, quien crea en mi morirá para siempre, invitaré a todos los que habitan en mis recuerdos al entierro de mi alma, dichosos serán los que a pesar de ser llamados a esta cena no perdieran el amor al prójimo, y reyes serán aquellos que entreguen la vida por un amigo sin esperar la gloria eterna, porque no hay amor más grande que aquel que mide con la vara de la bondad y es azotado con la vara del martirio"
-Maldito seas entre todos los seres de la tierra -gritaron todas las voces que fueron a mi última cena.