Maldito seas Boris Yeltsin, no mereces otra sentencia, porque dañaste la grandeza de tu pueblo, lo rebajaste a tus caprichos y borracheras, a tu mal gobierno. Cuantos hombres murieron a la espera de un mundo más justo, sin la explotación del hombre por el hombre, cuantos tendieron un puente con sus cuerpos para el futuro de los niños y jovenes de Rusia, para que tú, traidor, vuelvas a cantar aún después de muerto el himno del Zar. Espero con fe que esa grandeza del ruso vuelva a renacer de las cenizas, y que en el infierno, por las eternidades, estés bailando el "chiquichiqui"