Nicholas Hilliard —pintor miniaturista (1547 -1619)


Autorretraro —por Nicholas Hilliard 

—Estos son los consejos del miniaturista y orfebre de la reina Isabel, sus palabras muy bien pueden ser aplicadas para el arte del retrato en general. Una de las cualidades de Hilliard era la luminosidad en sus pinturas, el dibujo exacto y el colorido pulcro, también pinto cuadros de formatos convencionales, pero es más reconocido como miniaturista. Aquí algunas de sus reflexiones extraidas del tratado de Giovanni Paolo Lomazzo:
   

La línea sin sombra lo expresa todo.
No olvidéis, pues, que la parte principal de la pintura o dibujo del natural consiste en la verdad de la linea...Resigue la linea de una sombra proyectada por un hombre en la pared con un carbón, y cuando desaparezca la sombra el parecido será mayor que antes, y si es un bello rostro, puede guardar un dulce semblante aún en la línea, porque la línea sola da el semblante, pero la unión de línea y color da el parecido vivo, y las sombras reproducen las redondeces y el efecto o defecto de la luz en la que fue hecha la pintura.
Esto me hace recordar las palabras y razones de Su Alteza para retratarla; la cual, después de decirme que había notado gran diferencia en el sombreado en las obra y artistas de la diferentes naciones, y que los italianos que tenían fama de ser los más hábiles y de dibujar mejor no sombreaban, preguntóme la razón de ello, ya que para mostrarse mejor no conviene ponerse en un lugar sombreado sino mas bien en plena luz, a lo cual yo asentí y afirmé que en pintura las sombras eran causadas por la sombra del lugar o venían de que la luz entraba por un solo punto, por una ventana pequeña o alta, y que muchos artistas desean trabajar así para comodidad de su vista y dar realce a la obra y poderla mostrar de lejos, cosa que la miniatura no necesita, pues está destinada a ser contemplada en la mano, cerca del ojo. Entonces Su majestad entendió la razón y en consecuencia eligió un lugar para posar en la avenida abierta de un magnífico jardín, sin ningún árbol al lado ni sombra de ninguna clase, solo que como el cielo es más claro que la tierra, por eso había esta pequeña sombra que viene de la tierra.

Error de alabar la abundancia de Sombras

Dejadme acaba este asunto de la luz, para que ningún hombre prudente persista en el error de alabar la abundancia de sombras en pinturas del natural, especialmente pequeños cuadritos que han de ser vistos en la mano: las grandes pinturas colocadas a lo alto o lejos de la vista requieren sombras duras, y es mejor verlas de lejos que de cerca, y más en cuadros de historia que en retratos; porque la belleza y el buen parecido es como la verdad clara, que no avergüenza de la luz, ni necesita obscuridad; así en una pintura puede permitirse un poco de sombreado para darle un acabado mejor, pero tiznarla y obscurecerla como hacen muchos es desgraciarla, y es como una verdad mal dicha. Si una mujer muy bien parecida está en una estancia muy obscura, esta a pesar de todo encantadora, pero no gracias a la sombra, sino a causa de su dulce belleza que consiste en la linea y en la proporción, y lo poco que deja ver la luz da gran placer, moviendo el deseo de ver más; pero si no es muy hermosa, aunque bien proporcionada, si es demasiado pálida o demasiado colorada o pecosa, etc., entonces la sombra la favorece.



Alice Brandom de Hilliard —por Nicholas Hilliard

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Nota: Estas pinturas son maravillosas, pero son increíbles cuando uno toma conciencia de que pueden entrar en la palma de una mano. Date cuenta de los encajes y bordados, de la finura con que ha sido realizado el volumen y brillos del cabello, de las tenues sombra difusas, de la atmósfera y la luminosidad de las carnaciones, eso no es nada fácil. Es verdad que hay pinturas más pequeñas, mucho más pequeñas, pero el formato que eligió Hilliard es ideal para recrear las particularidades a vista simple, sin lupa. De seguro que el maestro Hilliard era capaz de hacer cosas más pequeñas, pero prefirió no sacrificar las particularidades. —Cuanto más pequeña sea una miniatura más se tiene que acudir a los efectos que a la realidad de la forma. Hasta un simple y solitario pelo de marta tiene un espacio que ataca sobre el formato.        


Hombre en llamas —por Nicholas Hilliard