Estudio de mujer sentada — por Salvador Núñez
Cuando dibujes del natural no trates de ver la imagen plana en el papel, imagina que esa imagen esta viva en el papel, y que está atrapada detrás de un vidrio. Tu lápiz debe ser como una cuchilla que intenta cortar ese vidrio. Cuando el dibujo esté realizado coloca las sombras como para evitar que ese ser imaginario atrapado en el papel intente escapar.
Trata de no borrar, de ser lo más exacto posible desde el comienzo, para eso debes retener la imagen en tu cerebro, recrearla una y otra vez con el auxilio de la memoria y la imaginación. También ayuda el hecho de comparar las distancias de manera instintiva, analizando parte por parte, disfrutando todo aquello que te pueda permitir recordar al ser vivo que está en tu delante: su tono de voz, su sonrisa y conversación... he ahí la ventaja de dibujar del natural. El aprendizaje será más intenso y humano.
Otra ventaja de dibujar del natural es que nacerá tu forma propia de ver las cosas, no será un eco de fotografía, será un dialogo de tu alma con el modelo, y lo mismo que digo para el desnudo puede ser aplicado para el paisaje y el bodegón. No es lo mismo mirar una manzana en una fotografía que compartirla después de dibujarla con los seres que amas, sentir su aroma, su dulzura y lisura que se delata al tacto de tus manos.
Cuando hayas terminado tu trabajo y la noche te invite a dormir, recuerda lo vivido y aprendido, imagina que estás ante tu modelo, conversando con ella, mirando dentro de su alma como cuando la dibujabas. El recordar lo aprendido es la única manera de almacenar la forma en el alma, para eso es necesario sentir y amar la vida, celebrar el "milagro" de la conciencia que se revela en el talento de tus manos.