El dibujo de Alberto Durero


Si es que el dibujo es sinónimo de exactitud y memoria, a mi modo de ver Durero es el más grande dibujante de todos los tiempos, tal vez unos crean que exagero, que adulo en exceso a este maestro de origen alemán, pero nadie como el supo como resolver el difícil punto de la proporción y es uno los pocos que realmente dibujó de memoria.
En el renacimiento habían tres clases de maestros: los que dibujaban imitando a las esculturas de los antiguos griegos y de los maestros notables de su época, los que dibujaban del natural, y por último, los que de tanto dibujar y estudiar la naturaleza dibujaban de memoria, Durero era del tercer grupo, eso es fácil de corroborar si se estudian sus manejos de movimiento y la dinámica de su dibujo para contener los volúmenes, para ser más claro, no se puede dibujar un ropaje en movimiento si es que no se sabe cual es la lógica del movimiento de la tela, tampoco se puede dibujar a un hombre corriendo porque este modelo variará a cada instante la perspectiva del pintor, y eso del movimiento es constate en la obra de Durero, su trabajo es real por las acciones que les confirió a sus personajes.
Su maravillosa serie de la ilustración de la Biblia nos hace ver hasta que punto puede llegar la destreza de un buen dibujante, de un genio; su trazo es pensado y exacto, no hay titubeos, tiene una idea clara desde el comienzo, eso es de pocos maestros, a mi entender, en su categoría solo pueden estar Leonardo, Rafael, Rembrandt, Velazquez, Goya, Turner, Daumier y Picasso en los modernos.
Rembrandt es el rey de la bruma, de lo indeciso, llegando a lo sugerente, pero es exacto en la proporción al igual que el antiguo maestro alemán, en cambio Durero es todo lo contrario de Rembrandt, para Durero la indecisión o lo sugerente no existe, no concibe a la bruma como un método válido para generar el claro-oscuro, para él la pintura se resuelve sin exagerar los efectos de atmósfera. Leonardo está en el medio de los dos, no es ni demasiado exacto como Durero ni tan vago y etereo como Rembrandt, recrea el perfecto equilibrio de las dos cualidades, sin embargo, Leonardo nunca llegó al nivel de trazo puro al que alcanzó Durero.
Hay un maestro dibujante muy posterior a Durero que tuvo un similar desborde creativo y precisión de trazo, su nombre era Gustavo Doré, pero su arte carece de ese lirismo matemático y desdoblamiento de imágenes del maestro alemán Alberto Durero que era más inteligente en ese vértigo desarrollado sobre un plano geométrico de reglas de la proporción y relaciones de espacios armónicos, en cambio, Doré era más romántico, es decir, más liberado de la geometría del plano, "más Chopin que Bach".


Algunas palabras de Durero referentes a los cuatro libros de las proporciones humanas:

Una buena figura no puede hacerse sin diligencia y cuidado; antes de ponernos a trabajar en ella, debemos haberla considerado bien; pues no nos saldrá bien del azar. Porque, como las lineas de su forma no pueden trazarse con compás o regla, sino que deben ser dibujadas a mano de punto a punto, es fácil errar en ellas. Y al proyectarlas tales figuras debe aplicarse gran atención a las proporciones humanas, y todos sus tipos deben ser investigados. Yo entiendo que cuanta más exactitud y cuidado se ponga en hacer que la figura se parezca a un hombre, tanto mejor resultará la obra. Digna será si las partes mejores, seleccionadas entre muchos hombres bien formados, están adecuadamente unidas en una sola figura. Pero algunos son de otro parecer y discuten cómo deberían ser los hombres. No quiero discutir con ellos sobre ese punto; pero yo tengo a la naturaleza por maestra en estas materias y a la fantasía humana por ilusión engañosa. El creador conformó a los hombres de una vez para siempre como debían ser, y yo entiendo que la perfección de forma y belleza está contenida en la suma de todos los hombres. Antes seguiré al hombre que sea capaz de extraerla rectamente que al que pretenda establecer alguna proporción inventada, de las que no participen los seres humanos. Porque la figura humana debe, una vez para todas, permanecer diferente de las de otras criaturas, y que los pintores representen a ésta de otra manera, como les plazca. Sin embargo, si alguien quisiera atacarme en este punto -es decir, que yo mismo he establecido proporciones extrañas para las figuras- sobre esto no quiero discutir con nadie. A pesar de todo, no son inhumanas; las puse tan aparentadas una de otra con objeto de que cualquiera pudiera darse cuenta de ello por si mismo, e ir con cuidado cada vez que piense que yo hago demasiado o demasiado poco a despecho de la forma natural- para que evite esto y siga la naturaleza.