Chile (el que yo conozco)
¡Viva Chile mieeeeerda!
Y no serán vencidos amado pueblo de Chile, luchen, no se rindan, perseveren en sus ideales, la justicia social va a triunfar porque es una causa justa y universal.
Que la muerte de sus grandes hombres no sea en vano, la lampa, el martillo, la hoz, el cincel y el libro para hacer un Chile inmortal, un pueblo que no puede estar ausente en el canto de la Tierra, en el grito de la victoria final, no dejen de trabajar, de sostener en alto su bandera de sangre, cielo y paz.
No se traguen el cuento ese de que por lamer las medias del patrón van a ser respetados, no crean que por rendir sus recursos a las multinacionales van a alcanzar la victoria, no sigan a la torpe ilusión de que las semillas transgénicas solucionarán el hambre del mundo.
Al final, el resumen de la historia, le dará un sitial de honor al pueblo de Victor Jara, a ese pueblo donde todas las banderas del mundo no hablarán de idiomas, de razas o de credos, una hermandad en el que el fin supremo será la humanidad y no los intereses de unos pocos, a ese ejercito deben servir, al que convertirá al final de esta guerra los fusiles en arados.
Nada de esto será sencillo, pero no crean que tanto dolor fue y será en vano, las muertes de esta era serán el alimento para la Tierra del mañana, esa Tierra de los bienaventurados que esperaron y que al final tendieron con sus cuerpos el puente para el gran nuevo día.
Cuanto se lloró en silencio hermanos, pero tampoco eso fue en vano, por que con eso brotarán las semillas del mañana, es decir, nuestros hijos, que han heredado un planeta cansado, vencido por la ambición humana, un mundo de carbón al servicio de la industria del consumo, un mundo que convierte lo verde en cemento, los árboles en edificios, la esperanza en guerra y el amor en crueldad.
Vamos Chile lindo, ustedes son más, no puede ser vencida la lluvia con un paraguas, ni el Sol con una sombrilla, ni la tempestad con un muro, ustedes son más, y al ejercito vuestro yo me aúno, a ese ejercito que está en las calles y en las plazas, de las madres sin hijos, de los obreros sin trabajo, de los que esperan justicia y corean con potencia en las calles de Santiago y del mundo: ¡El pueblo unido jamás será vencido!