Danae -por Rembrandt Van Rijn
Uno se pregunta la razón por la que el artista engaña, recrea, interpreta, reinventa, copia o simplemente expresa lo que es la vida y el hombre.
¿Para que pintar cosas que ya existen? Un retrato es el rostro de un amigo, de un desconocido o de uno mismo, y en los tres casos es la recreación de lo que ya existe.
¿Para que pintar un cuerpo desnudo? Un desnudo es una figura que se luce sin atuendos, que delata su naturaleza, la maravilla de existir, y esos cuerpos existen, respiran, se mueven, discuten y aman, entonces para que recrear la forma en un lienzo, parece el más grande absurdo si uno se lo plantea así.
¿Para que pintar un paisaje? La naturaleza es insuperable, incluso la sombra de una nube es más intensa que el blanco de plomo sobre un lienzo impecable, es más, el amarillo del sol que muere en la tarde tiene una luminosidad inalcanzable para el pincel, entonces, ¿para que pintamos un atardecer, que así venga del genio de un Turner este cuadro no resultará más que un engaño tímido del portento de la realidad natural?
Por último, ¿para que pintar lo que no existe, lo fantasioso, si lo más apremiante y sorprendente es la vida diaria?
Hay una respuesta para todas estas preguntas, una sola: "Al ser humano no le gusta morir", y el morir siempre involucró a muchos aspectos: El cuerpo no solo es el que muere, también mueren los recuerdos, los sentimientos, el rencor, la duda, el miedo, y hasta el amor, si, el amor y muchas cosas más si es que uno no tiene la responsabilidad de pintar, hablar, tocar, modelar, tallar, dibujar o simplemente escribir; a todas estas actividades humanas se las ha llamado como hijas del "arte", reflejo del alma, espejismo del mundo, vanitas, ocio y demás halagos e insultos elegantes.
Pero contra los insultos están los cuadros se resisten a morir, por lo general viven cinco veces más que los hombres, después de esos siglos estos se deterioran, pero en todo ese tiempo dejaron un eco de lo que alguna vez existió en plenitud.
La piedra es la más eterna de todas las técnicas del arte, unos diez mil años, más o menos, hasta que el viento, el polvo, el sol y las vidas minúsculas que se le abrazan muestran con su lenta tortura que esta tampoco es eterna.
Pero que importa, lo importante es el sonido y la forma que nace de la vida, es el rostro de Balzac en las manos de Rodin, la campiña de Holanda en los ojos de Van Gogh, el grito perpetuo de Munch, el amor de Rembrandt que convierte a su esposa en Danae. Y lo mismo puedo decir de los escritores, de Cervates, Ruben Darío, San Agustín, Quevedo, Cortazar, Saramago y demás genios que en muchos casos inspiraron a los artista del pincel. ¿Que sería de Delacroix sin el Fausto y la Divina Comedia, Doré sin Don Quijote, o Miguel Ángel sin el Antiguo Testamento? tu me entiendes.
Balzac - Por Auguste Rodin