No te rindas
El rendirse en el camino es morir ante todo lo que pudo ser, es besar las manos de una escultura de hielo, es asesinar a tu niño por la espalda, es dejar la espada y aceptar las cadenas.
Cuantos amigos del arte murieron en la miseria, en el vacío de la indiferencia de aquellos que tuvieron la misión de resumir la historia, de los bastardos de lupa y libro aprendido bajo la axila, matones de palabras y sentencias, rateros de ilusiones, mojones que se creen profetas de una verdad que en realidad ignoran.
La delicia suprema para un artista es superar todos esos baches, disfrutar de la miseria como Renoir, Van Gogh, Utrillo o Modigliani, soportar de buena gana la estupidez como lo hizo Giacometti o Rembrandt en el pasado barroco, hay que ser un buen gigante aunque los enanos te escupan en la cara para decir que están a tu altura, que mas da, así es la vida, una batalla contra tus propias penas, una guerra contra tus propias preguntas, caballete cual velero que te llevará a sitios nunca antes soñados, que importa si pintas con la boca por que no tienes manos, o si modelas la vida estando privado de la vista, la lucha vale, no es por dinero, es por el amor que tanto necesita la humanidad entera, es por la historia que no se mide en un almanaque, por los héroes anónimos que te preceden, por los esclavos de tumbas reales, de los que tallaron montañas y no dejaron su nombre, de los que hicieron lo imposible en posible sin esperar siquiera recompensa.
Vamos buen hombre, digna mujer, niño soñador o joven aventurero, ama tu destino en el arte, tu taller es un santuario y tu oficio una profecía.