Como dibujar un rostro —La expresión según Leonardo Da Vinci y Marcel Marceau

Estudio para la Batalla de Angliari —por Leonardo Da Vinci.

Viene de : "Cómo dibujar el rostro de un bebé"
XIV.- La expresión (por Leonardo Da Vinci) 
473.— Las imágenes de los hombres tienen expresiones apropiadas a su acción, de suerte que, viéndolas, alcanzaras lo que ellos piensan y dicen. En cuanto esto estarán acertador aquellos que imiten los movimientos de los mudos que hablan con el movimiento de las manos, ojos y cejas, así como de toda su persona, en su empeño de expresar los conceptos de su alma. Y no te burles de mí porque te propongo un perceptor sin lengua que sepa enseñarte este arte que él no conoce, porque sólo te enseñará con hechos lo que otros harán con palabras. No hay que despreciar este consejo, puesto que los mudos son maestros en materia de movimiento; entienden desde lejos lo que cualquiera habla, cuando éste acompaña sus palabras con el movimiento de sus manos. [Apagar la radio; es donde dice PLAY OR STOP]

Un café en París —por Marcel Marceau

475.— Ejecuta la figura en forma tal que, con solo mostrarla, exprese lo que el personaje tiene en su alma; de otra manera tu arte no será loable.
475.— En pintura las figuras deben ser ejecutadas en forma tal que el que las contempla pueda conocer fácilmente, por sus actitudes, el concepto de su alma. Y si tienes que hacer hablar a un hombre honrado, que sus gestos sean los que acompañan las buenas palabras; y similarmente, si tienes que representar a un hombre bruto, hazlo con movimientos bruscos amenazando con su brazo al auditorio, y la cabeza con el pecho adelantándose a los pies, agitándose al par que las manos de orador: lo mismo que el mudo que, viendo dos que conversan, bien que esté privado del oído, sin otro recurso que los efectos y las actitudes de los interlocutores, comprende el objeto de su conversación.
En Florencia he visto un sordo especial, que no oía si le hablabas fuerte; y que oía si le hablabas lentamente, sin voz alguna, nada más que por el movimiento de los labios.
Se me podría decir: El que habla fuerte mueve los labios de la misma manera que el que habla suavemente, y, por consecuencia, si mueven los labios idénticamente, deben ser entendidos tanto uno como el otro. A esto yo dejo que la experiencia dé la respuesta: haz hablar a cualquiera, primero dulcemente, luego fuerte, y observa los labios.

Marcel Marceau —maestro del silencio.

Marcel Marceau —Le Dompteur (el domador de leones)

476. —Al pasear, al atardecer, aplícate a contemplar el rostro de los hombres y de las mujeres, cuando el tiempo está malo: ¡cuanta gracias y qué dulzura la que se ve en los rostros!
477. —El buen pintor tiene que realizar dos cosas principales, a saber: el hombre y el concepto de su espíritu. Lo primero es fácil, lo segundo difícil, porque debe representarlo con los gestos y el juego de sus miembros; y esto debe aprenderse de los mudos, que lo hacen mejor que cualquier otra clase de hombres.
478. —La figura cuyos movimientos no expresan las pasiones y lo que ella piensa, no tendrá miembros correspondientes a la significación de la figura, y al juzgarla, se sacará la conclusión de que el artista carece de valor.
El movimiento debe ser apropiado a la circunstancia moral de la figura, la que deberá hacerse muy viva, mostrando tanto fervor o afección, de los contrario se la considerará dos veces muerta, porque está pintada, y muerta una segunda vez, porque no expresa nada ni de su alma ni de su cuerpo.
Los movimientos de las actitudes deben manifestar la circunstancia moral del personaje, de manera que ella no pueda significar nada de otro ni servir para otra escena.
479. — Del que ríe al que llora no hay gran variante alguna para la boca y los labios, sino solamente en la rigidez de las cejas, que se juntan en el llano y se levantan para la risa. Aquel que llora puede destroza sus ropas y hacer otros actos semejantes, según el motivo de su aflicción. Se llora de cólera, de aprensión, de ternura, de alegría, de sospecha, de dolor, de compasión, de pesar por la pérdida de parientes a amigos. Las expresiones de dolor, de tristeza, de enfado, son muy diferentes. Así, haz a uno desesperado, al otro más moderado, y al tercero solo afligido y derramando lágrimas, mientras que otro grita, algunos levantan sus miradas al cielo, juntando las manos, con los dedos entrecruzados; y otros llenos de temor encogen los hombros hasta las orejas, así hacen ver la expresión de la misma pasión, según los individuos tratados.
Aquel que derrama lágrimas enarca las cejas hacia su juntura, aproximándolas, y forma arrugas en las sienes y en medio de la parte baja de la boca; pero, el que ríe tiene las comisuras de la boca levantadas y las cejas rectas y bien extendidas.

Estudio para la batalla de Angliari —por Leonardo Da Vinci  

480. — La actitud de las figuras en todos sus miembros debe ser tal y tan expresiva, que se puedan conocer las intenciones de su alma.
481. — Se expresa la acción humana según la edad y la calidad, y también según la especie y el sexo.
482. — El pintor debe anotar la actitud y los movimientos que sorprende en el mismo momento; habiéndolas anotado y guardado en su espíritu, no aguardará a que el modelo imite el dolor, cuando no tiene ocasión de llorar.
Una acción sin causa moral no será ni viva ni natural. Es ventajoso haber observado las cosas en lo vivo, y luego hacer mantener al modelo en la posición para ayudar a la imaginación y descubrir cualquier cosa que haya en el sujeto para pintarla inmediatamente.
483. — Los asistentes a cualquier acontecimiento notable hacen diversas figuras expresivas, como cuando la justicia castiga a los criminales, o bien, si el asunto es de piedad, todos los asistentes elevan las miradas, con muestras de devoción, como en la elevación de la hostia en la misa o en otras ceremonias similares, o si se trata de una extravagancia que hace reír o que mueve a compasión. No es necesario que todos los espectadores tengan los ojos vueltos hacia el objeto; pueden variar; es bueno distribuirlos en diversos grupos que se reúnan para señalar su alegría o su tristeza. Si el tema es terrible e inspira terror, hay que hacer pálidos a los que huyen y con el rostro convulsionado por el espanto, y que la huida sea diversamente representada, como lo decimos en el capítulo XIII, que trata del movimiento.
484. — El movimiento mental mueve los cuerpos por medio de acciones simples y fáciles, sin llevarlos a ningún costado, porque su objeto está en el espíritu que no mueve los sentidos cuando está ocupado en si mismo.
485. — El movimiento suscitado por la vista de un objeto se produce inmediatamente o no. Inmediatamente aquel que se mueve vuelve los ojos hacia el objeto, con el sentido que le es más necesario para reconocerlo y observarlo; al mismo tiempo tiene inmóviles los pies y vuelve sólo los muslo, las caderas y las rodillas hacia el lado donde se dirigen sus ojos. En semejantes situaciones, será preciso realizar observaciones exactas sobre los movimientos que aquí se señalan.
486. — La imagen no será loable, si su acto no expresa tanto como sea posible la pasión de su alma.

Prisionero —por Leonardo Da Vinci

487. — Loa aires del rostro varían según los accidentes, fatiga, reposo, cólera, dolor, risa, lágrima, temor. Los miembros de personaje y toda su actitud deben corresponder a su estado personal.

Estudio para "La Última Cena" —por Leonardo Da Vinci  

488. — Las manos y los brazos, en toda operación, deben mostrar la intención de personaje, porque también los accidentes espontáneos se manifiestan por los movimientos lógicos de su expresión. Cuando se quiere convencer al auditorio, las manos y los brazos acompañan las palabras. Muchos insensatos no se cuidan de la mímica y se mantienen ante su tribunal como estatuas de madera, y sus bocas no hacen escuchar la voz de un hombre sometido a la justicia; esto, que es un defecto entre los seres vivientes, es peor aún en las figuras pintadas, que no pueden revelarse sino por medio de actos vivaces y realizadores de la intención que tú encarnas en la figura. Ella parecerá dos veces muerta, porque no tiene vida y porque no actúa. Pero, para presentar a nuestro entendimiento aquello que es figurado, es menester exteriorizar los principales accidentes, los movimientos de la cólera, el del dolor, del miedo, del súbito espanto, de la súplica, de la fuga, del hambre, de la pereza, del a zozobra y otras más.

Rostro de viejo —por Leonardo Da Vinci

489. — Hay movimientos del alma que no van acompañados por ningún movimiento del cuerpo. En éstos, las manos y los brazos y las partes más agitables penden naturalmente. Pero, los movimientos del alma, que se acompañan con acciones del cuerpo mantienen los miembros en las actitudes apropiadas a la intención del espíritu y al estado interior. Hay mucho que decir sobre el particular. Un tercer movimiento participa del uno y del otro; y un cuarto, particularísimo, que no tiene nada de ellos. Estos dos últimos son los que ejecutan los locos y los furiosos, hay que ponerlos en el capítulo de la demencia y de los grotescos, de los arabescos se componen.

Grotesco —por Leonardo Da Vinci

490. —Entre las gracias notables con que el pintor puede aumentar el buen aire de sus figuras que no son por naturaleza graciosas y que lo serán por accidente, contempla a su tiempo, las partes excelentes de numerosos rostro bellos a los cuales la opinión pública mejor que tu juicio, mira como tales. Podrás engañarte prefiriendo los rostro que se te parecen, porque siempre nos complacemos en todo lo que tiene algo nuestro, y si tú eres feo, no escogerás bellos tipos, sino aquéllos con trazos feos, como muchos pintores que ejecutan que se les parecen: por eso debes buscar la belleza, como te digo, y llevar a tu espíritu aquella que designa la fama.

Estudio de ángel para "La Virgen de las Rocas" —por Leonardo Da Vinci

491. — Si tienes un patio al que puedas cubrir con una tela extendida, esto te permitirá tener buena luz. Cuando quieras ejecutar un retrato, escoge un tiempo nublado y las últimas horas del día, colocando al modelo con las espaldas apoyadas en el muro del patio. Tú has observado en la calle, al car la tarde, cuando el tiempo está nublado, qué gracia y cuánta dulzura tienen los rostros de los hombres y las mujeres. Tendrás, pues, un patio con los muros pintados de oscuro, con un saledizo de techo sobre el muro, y que sea ancho de diez brazas y largo de veinte, con diez de altura, y lo cubrirás con un velo. A la tarde trabajarás. Las nubes y la lluvia harán el aire deseado.
492. — La belleza con la fealdad se destacan una a la otra.
493. — La belleza del rostro puede existir en diversas personas de la misma bondad, pero no de facciones semejantes, porque estas son de variedad infinita y se adaptan a lo que aparentan.
494. — Aunque la belleza varía con el cuerpo y las gracias iguales, los juicios de las personas iguales en inteligencia varían mucho del uno al otro, a causa de las preferencias de cada cual.
495. — La figura no es loable, si en ella no aparece un rasgo que exprese la pasión de su alma. La figura más encomiable es aquella que mejor expresa por medio de la acción la pasión de su carácter.

Rostro de Cristo —por Leonardo Da Vinci

Un desesperado se golpeará con un cuchillo, la vestimenta desgarrada, y una mano reabrirá su herida, los pies separados, las piernas dobladas, inclinado hacia tierra, con los cabellos arrancados y esparcidos.
Para obtener la elegancia, construye los miembros extendidos, sin muchos músculos.
Que ningún miembro aparezca en linea recta con el miembro que a él se junta, si las caderas se encuentran colocadas la derecha más alta que la izquierda, harás caer la articulación del hombro por una línea perpendicular sobre el costado. Que la pierna que no se apoya tenga la rodilla más baja y más cerca de la otra pierna.
496. — Lo más importante que hay en la teoría de la pintura es el movimiento apropiado a las circunstancias mentales de cada animal, como el deseo, el desdén, al cólera, el dolor.
497. — Hará tu figura, en tal actitud, que sea suficiente para mostrar lo que tu figura tiene en el alma; de lo contrario tu arte no será loable.
498. — Que la actitud del hombre y la de sus miembros estén dispuestas de manera tal que expresen la intención de su alma.
499. —La figura no es loable si en ella no aparece el acto que expresa su pasión. Será tanto más loable cuanto mejor exprese su pasión.
500. — Los movimientos humanos son tan variados como los accidentes que se producen en su espíritu; cada accidente por si mismo, actúa más o menos sobre los hombres, según sea mayor o menor la individualidad y según la edad, porque, en un mismo caso, un joven no realizará el mismo movimiento que un anciano.

Desnudo de hombre con cayado —por Leonardo Da Vinci

501. — La figura que no tiene una acción rápida y cuyos miembros no expresan el concepto del espíritu es dos veces muerta, primero porque la pintura ni vive, aunque debe representar seres vivientes sin vida; y sin la vivacidad de la acción  que se persigue, ella aparece muerta una segunda vez. [1]
502. — Si te place estudiar a los que hablan entre sí con los movimientos de las manos, y si te aproximas y escuchas el motivo por el cual gesticulan, verás el detalle de los gestos en los mudos que no saben dibujar y que no se ayudan con el dibujo. De los mudos aprende a ejecutar los movimientos que expresan el concepto del alma de los que platican.


Contempla a los que ríen y a los que lloran; mira a los que se enojan así como a todos los movimientos de sus espíritus; observa el decorado y si conviene como sitio, para la acción que hace el señor y su servidor, el niño con el adolescente, nada igual al anciano que se sostiene mal: no hagas la actitud de un villano, si se trata de un noble bien vestido, ni al fuerte como al débil, ni los rasgos de la cortesana como los de la dama honesta, ni las cosas de los hombres como las de las mujeres.
503. — Hay que estudiar los movimientos de los jugadores de pelota, a mano y a pala cuando lucha juntos.


Para hacer al que ves hablando en medio de muchas personas, hay que considerar la materia de que trata, y acomodar sus acciones con las que a dicha materia convienen, a saber: si se trata de persuadir, que sus ademanes tengan resolución, y si la materia es susceptible de diversas razones, que el que habla tome con dos dedos de la mano derecha uno de la izquierda, habiendo cerrado los dos menores, y vuelto el rostro hacia el pueblo y la boca entreabierta, parezca hablar; y si está sentado, que parezca levantarse un tanto, derecho y hacia adelante con la cabeza; si lo haces de pie, será preciso inclinar un tanto el pecho y la cabeza hacia la multitud. Si lo representas silencioso y reflexivo, todos mirarán al rostro del orador con movimientos admirativos, y hará la boca de un viejo que, admirado de las sentencias escuchadas, tiene su boca con las comisuras hacia abajo y las cejas arqueadas en su unión, y muchas arrugas sobre su frente; algunos, sentados, entrelazados los dedos de sus manos, tendrán sostenidas sus rodillas; otros cruzarán una rodilla sobre la otra y apoyarán la mano para sostener el codo, y la mano será el apoyo de barbudo mentón de un anciano encorvado.
505. — La envidia ataca, con infamia aguda, a saber: ella aleja la virtud, a la cual espanta.
Se la representa mirando al cielo, porque si ella pudiera emplearía sus fuerzas contra el mismo Dios. Hazla con una máscara sobre su rostro de bello aspecto. Hazla herida a la vista de palmas y ramas de olivo, airada ante la contemplación de laureles y mirtos, pues que la victoria y la verdad la ofenden. Haz brotar de ella vapores que significan sus pérfidas palabras. Hazla magra y seca, porqué está en continuas zozobras muestra su cuerpo roído por una serpiente. Dale un carcaj y largas fechas, porque es así como ella ataca. Vístela con la piel de un leopardo, porque este animal, con sus mañas vence al león. En su mano habrá un vaso con flores, y entre ellas escorpiones, sapos y otro animales venenosos. Hazla cabalgar sobre la muerte, porque la envidia no muere jamás, sino que aveces languidece, hazla sorda, cargando diversas armas, instrumentos de muerte. Desde que la virtud nace, despierta contra si la envidia, y así como no hay cuerpo sin sombra no hay virtud sin envidia.
506. — El irritado. — A la figura del irritado la harás aferrando a un hombre por los cabellos, cuyo sombrero ha caído al suelo, con una rodilla oprimiéndole el costado, y la figura levantará el puño del brazo derecho; esta figura tendrá los cabellos erizados, las cejas bajas y pobladas, apretando los dientes y ambas extremidades cerca de la boca arqueada; el cuello grueso e inclinándose hacia el enemigo; que esté llena de arrugas.
507. — El desesperado. — Al desesperado le darás un cuchillo, y con sus manos habrá arrancado su vestimenta, y una de ellas estará afanada en desvendar su herida; y hará sus pies separados y las piernas un poco dobladas, y toda la persona inclinada hacia tierra, con los cabellos arrancados y esparcidos.
508. — Fisonomía — De la falaz fisonomía y de la quiromancia no trataré, porque en ellas no hay verdad; esto es manifiesto; y tales quimeras no tienen ningún fundamento científico.
Es verdad que los rasgos del rostro muestran en parte la naturaleza del hombre, sus vicios y su temperamento. Pero, en el rostro:
a) Las líneas que separan las mejillas de los labios y de la boca y las fosas nasales y las cuencas de los ojos, son salientes en los hombres alegres y siempre sonrientes; aquellos que tienen estos rasgos poco pronunciados, al contrario, son dados a la meditación.
b) Aquellos que tienen las parts del rostro en gran relieve y profundamente son gentes bestiales, violentas y de escaso razonamiento.
c) Los que tienen líneas colocadas entre las cejas y muy acentuadas son irascibles.
d) Los que tienen líneas transversales en la frente y muy pronunciadas, son hombres que se lamentan mucho en secreto y en público.
Se puede decir otro tanto de muchas rasgos.
Pero, ¿de la mano? Encontrarás un ejercito exterminando en una misma hora, bajo la espada, y ninguno tendrá en su mano las mismas líneas que otra, y lo mismo en un naufragio.
509. — Cuando sepas bien la perspectiva y tangas en el espíritu todos los miembros del cuerpo de la cosas, sé observador, y frecuentemente en los lugares donde vayas para distraerte, estudia los actos de los hombres, su manera de hablar, de reír o de batirse, que actitudes adoptan, que gestos hacen, las circunstancias, las disputas y los espectadores; y anota con signos breves todos sus rasgos sobre tu pequeño carnet, que siempre llevarás; que sea de papel tintado, no para borrar, sino para cambiar lo viejo en nuevo; ya que no son cosas para ser borradas sino para ser conservadas con gran diligencia, porque hay tal variedad infinita de formas y actos que la memoria no puede retenerlos, y esos croquis te servirán como autores y maestros.

Estudio para "Santa Ana, la Virgen y el Niño" —por Leonardo Da Vinci   

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[1] Punto repetido en el versículo 488. Esta técnica pedagógica que emplea Leonado es para afianzar un concepto importante, en todo su tratado es frecuente ese estilo de enseñanza. No gruñas por releer una misma idea, tómalo como el repaso necesario, sugerido por un genio indiscutible.

—En lineas generales Leonardo le da énfasis al lenguaje corporal, estableciendo una serie de normas y códigos para la interpretación correcta de una acción nacida del espíritu. En esa época la forma era recreada en una superficie lisa, los empastes eran anti-académicos; la belleza radicaba en imitar la naturaleza como si esta se reflejara en un espejo, es por eso, que, el maestro Leonardo en sus consejos compensa esta carencia del lenguaje de las texturas con la dramatización de la expresión corporal y de los gestos.

A su vez debemos recordar que en el renacimiento no existía el cine, existía el teatro y la danza, pero, en la recreación bidimensional la pintura era única reina, soberana de la forma, es por eso que la recreación del movimiento era un tanto teatralizado, sin embargo, cabe resaltar que con esa manera de pintar el hablar era innecesario, la obra de arte se expresaba por si sola. En nuestros tiempo hay muchas pinturas indescifrables y que solo pueden ser explicadas con el auxilio de un crítico, es decir: mucho del arte de ahora no tiene sentido mas que en las palabras que embadurnan los trabajos carentes de significado autónomo. El crítico en el siglo XXI es un traductor; en el renacimiento el especialista en temas de arte era un narrador.

 Rostro de mujer —por Leonardo Da Vinci

Del Tratado de la Pintura y del Paisaje : Sombra y Luz.