Leonardo, sin lugar a dudas, pero permítame explicarle el porqué.
Uno podría alegar que Degas, Daumier, o Goya, merecerían tal calificativo, de: "el mejor", y tal vez lo sean, pero permítame aclarar que la opinión que doy es una vista de ¡cinco siglos! Realmente el reto es grande, y al parecer mi respuesta es algo simplista, apoyarse en un genio es cosa fácil, pero hago recordar que hubieron grandes genios del arte que eran muy "regulares" a la hora de dibujar. Por ejemplo: Auguste Rodin y Fernando de Szyszlo. Rodin era capaz de hacer las puertas del mismo infierno por encargo de Dios y Satanás, pero era incapaz de manejar la pluma como lo hizo Miguel Ángel, o su genial paisano Degas. Y el Señor Fernando de Szyszlo no creo que esté en la capacidad de hacer un buen retrato, a pesar de ser más trascendente que Carlos Baca Flor, el más grande retratista académico peruano.
El dibujo es una suerte de embrujo, en el que la capacidad de observación y recreación es algo prácticamente instintivo, pero muchos en el camino, el 99.9%, "aprenden a observar de manera incorrecta".
Un buen dibujante debe ser preciso y a la vez algo indefinido. Si uno es demasiado exacto y rígido pierde atmósfera y movimiento, y si uno es demasiado vago en los contornos puede perder los límites entre la formas. El más grande dibujante alemán, Albert Dürer, era demasiado rígido, justo, eso si, como un reloj atómico, pero duro como el buril que cavaba sus maravillosas xilografías. Rembrandt era muy acertado a la hora de crear sus composiciones, genio del claro oscuro, mejor dibujante que pintor, pero muchas veces sus contornos se desvanecían en la maraña de su vértigo, como una araña que con vehemencia teje en la esquina de una casa abandonada para capturar a la esquiva mosca llamada "atmósfera ideal", y nadie lo logró mejor que él, ni siquiera Leonardo. Pero Leonardo combinaba ambas cualidades: la exactitud y la vaguedad de contornos, y si lo logró es porque era un fanático en tomar a la naturaleza por maestra, incluso las cosas ya memorizadas por él siempre pasaban al lienzo con el apoyo de sus bocetos, bocetos para las manos, para la ropa, el paisaje, el rostro... prácticamente construía sobre suelo rocoso, nada quedaba en el tenebrismo de la improvisación, tal vez por eso pintó tan poco, pero ese método de estudio le permitió entender como trabajar con el dibujo: —"Los límites de los cuerpos están determinados por el juego de la luz y la sombra, la linea es solo un concepto que en realidad no existe" —ese dicho es harto conocido, pero poco practicado. "La linea no existe", y es por eso que Leonardo la usa solo como una referencia, él maestro Leonardo concebía a la linea como un límite imaginario, y que lo más importante era lo que estaba contenida dentro de ella, o fuera del objeto en si. Es así que su "linea" cumplía solo con el modesto cometido: Limitar los volúmenes.
Santa Ana, la Virgen, el Niño y San Juan Bautista, por Leonado (estudio previo)
Recomiendo a los estudiantes de arte y profesores que estudien el virtuosismo de Leonardo, en materia de dibujo, el conocerlo podría darle al alumno el ahorro de muchos años de estudios chapuceros y disparos intuitivos sin rumbo definido. Es vital conocer ese dibujo, de familiarizarse con su trazo exacto, pero a la vez con la atmósfera e intensidad de las curvas tonales correctas del gran Leonardo.
Estudio de un caballo, por Leonardo da Vinci.
Estudio de ángel para "La Virgen de las Rocas" —por Leonardo Da Vinci
Estudio para la Batalla de Angliari —por Leonardo Da Vinci.
Fuera de todas estas razones "superficiales" está el contennido. Leonardo siempre le supo dar alma a sus creaciones. Todo dibujante, aunque sea aficionado, sabe que lo más difícil del dibujo es generar la actitud, el sentido de las pequeñas partes en el todo. Esa mueca de la boca, la tristeza de los ojos, la paz del alma, la serenidad, la furia que contiene el miedo y lo hace correr para adelante ( los dibujos para la batalla de Angliari), la dulzura del infante que a su vez revela inteligencia, en fin, todas esas cosas dominaba Leonardo, y es ahí donde radica la genialidad de un verdadero maestro. Hablamos de décimas de milímetros, distancias ínfimas que hablan de la grandeza interna de lo que se recrea. Desde ahora trata de hacer las cosas tratando de ver el contenido de la vida, si no adquieres ese hábito solo llegarás a ser una medianía sin futuro.
Estudio para la batalla de Angliari —por Leonardo Da Vinci